27 Mar Cómo romper el hielo. Los inicios como coach
El Coaching excelente y los diferentes enfoques
¿Os acordáis cuando eráis adolescentes y queríais pedirle salir a la chica de vuestros sueños (cuando yo era joven, las chicas no se lo pedían a los chicos, pero ahora las cosas han cambiado y el ejemplo se puede invertir), no hacíais más que pensar en ella y no sabíais cómo hacerlo porque era la primera vez que se lo pedíais a alguien?
Os preguntabais qué pasaría si aceptaba y estabais tan inseguros que casi esperabais que no lo hiciera: ¿qué ibais a hacer? ¿Un paseo romántico? ¿Tomar una pizza? ¿Ir al cine?
Además, la chica era bastante guapa y les gustaba a casi todos; ¿qué pasaría si otro más guapo le hubiera pedido salir y la respuesta para ti hubiera sido un NO tajante? ¿Cómo habrías actuado?
Como por arte de magia, con la segunda novia o novio, todo era bastante más fácil, más sencillo, el primer paso, el segundo y el tercero, lo hacíais sin pensarlo, de manera mucho más natural.
Cuando hacemos un curso de coaching, casi todos volvemos a estar un poco inseguros, como si volviéramos a ser adolescentes.
Sabemos que queremos ser coaches (la chica de los sueños), pero dar el primer paso (pedirle salir), buscar al primer cliente es muy complicado. ¿Por qué?
En algunos casos, las personas que deciden emprender el camino del coaching son personas que han trabajado anteriormente en la empresa como empleados y piensan que para tener una cierta autoridad ante un público externo se necesita una «marca», a poder ser reconocida, famosa, aunque solo sea para que nos consideren como proveedores.
No estamos acostumbrados al principio a proponernos como profesionales (pedir salir), a «dar la cara», a confiar exclusivamente en nuestros puntos fuertes y, al principio, es algo que sin duda nos cuesta mucho. Tras varios intentos nos damos cuenta de que esta profesión está formada por personas que crean, día tras día, su reputación, su marca personal, que cuenta mucho más que la marca corporativa. De hecho, somos nosotros los que hacemos el trabajo en persona.
Por eso es importante dar el primer paso, deshacernos de nuestros miedos, preguntar y obtener respuestas positivas y negativas sobre las que forjar nuestra experiencia. Es así como se supera el primer obstáculo.
Cuando por fin llamamos la atención de nuestro primer cliente, nos preguntamos: ¿de verdad seremos capaces de ayudarle como se merece?
(La chica ha dicho que sí, quiere salir con vosotros y, ahora, ¿qué hacemos? ¿Adónde la llevamos, cómo la tratamos para que se enamore de nosotros? ¡Ya se puede leer el terror en nuestros ojos!)
Muchas personas eligen el coaching como profesión porque quieren ser útiles para los demás, apoyarlos, sentir que pueden ayudar a los demás a cambiar y conseguir sus resultados.
Queremos rendir al máximo y, a menudo, desde el principio sentimos la presión, la responsabilidad de hacer todo lo posible por las personas que confían en nosotros. Es como si sintiéramos que no estamos a la altura de nuestros clientes.
Bueno, tengo buenas noticias para todos los que somos así y hemos pasado por esa situación:
En la mayoría de los casos, el coaching funciona «a pesar» del coach.
Así que no tienes que preocuparte tanto por tus habilidades personales como coach. Para superar el segundo obstáculo es importante recordar que el coach no suele trabajar a vida o muerte, que la vida del cliente no está en peligro, que el resultado depende del coachee y es suyo y que, a menudo, para tener un buen nivel de coaching, al menos al principio, basta confiar plenamente en el proceso y en el cliente y, garantizar nuestra presencia.
Esto ya supone un gran valor para nuestro cliente.
Una vez superado el segundo obstáculo, empezamos a enfrentarnos a la competencia y a que nos rechacen alguna que otra vez.
(A otros también les gusta la chica y puede buscarse sin problema otros planes para salir por la noche)
¿Cómo se puede insistir, ante la competencia, y encontrar tu camino como coach?
Es cierto, hay muchos coaches en el mercado y casi todos, por lo menos al principio, tienen más experiencia que nosotros. Pero cada uno de nosotros tiene sus propias características, una capacidad, una experiencia humana o laboral que lo hace único.
Hay quienes son expertos en un sector o en un departamento en concreto de la empresa, quienes tienen competencias paralelas al coaching como la asesoría, la formación, la facilitación, la evaluación o, incluso, la meditación, el yoga…
Si miramos de cerca, cada uno de nosotros tiene una red de personas que lo conocen y un gancho, una fuerza que puede aprovechar para entablar una relación con los clientes interesados en conseguir un resultado.
Por lo tanto, es importante centrarse en el patrimonio personal y hacer de él un punto fuerte, que sea visible. Si no basta con eso, podemos estudiar, experimentar y recibir asistencia de algún coach o mentor que ya haya pasado por todo ese proceso.
Nos daremos cuenta de que a veces transformamos nuestros miedos, nuestras inseguridades internas, en obstáculos externos, creamos convicciones que se vuelven tan reales que nos entorpecen el camino de aprendizaje y crecimiento. Como coaches, conocemos bien estos procesos y somos perfectamente capaces de neutralizarlos.
¡Que vaya bien el trabajo!
Elena Goos, Professional Certified Coach, Executive Coach, Business Coach
Áreas de competencia: Milano, Trieste, Lugano, Online